Bogotano de nacimiento, Gaitán nació el 23 de enero de 1903 en el seno de una familia humilde, accedió a la educación formal hasta los 11 años. Abogado de profesión, egresado de la Universidad Nacional de Colombia.
Desde su juventud fue reconocido en el partido liberal como un líder político con tendencias de izquierda. En 1929 fue uno de los principales defensores de los trabajadores tras la masacre de las bananeras, por lo cual se ganó el título de “Tribuno del Pueblo”.
En 1933 fundó el movimiento político UNIR (Unión Izquierda Revolucionaria), que luego de un tiempo se disolvió para vincularse al partido liberal. Fue alcalde de Bogotá en 1936, donde adelantó reformas sociales, logrando mejorar los servicios públicos. En 1940 fue nombrado Ministro de Educación, allí emprendió una campaña de alfabetización nacional, implantó el zapato escolar gratuito, los restaurantes escolares, el cine educativo ambulante e inició el salón nacional de artistas.
Luego de ocupar estos cargos públicos, Gaitán se dedicó a realizar acciones políticas en contra de la Oligarquía y en pro de la clase trabajadora.
En las elecciones presidenciales de 1946 El partido Liberal se divide en dos candidatos: Gabriel Turbay (apoyado por sector oficialista del partido), y Gaitán, con más tendencia hacia la izquierda (apoyado por el pueblo) y dicha división facilita el ascenso a la presidencia del candidato conservador Mariano Ospina Pérez. Al año siguiente Gaitán es elegido jefe único del Partido liberal.
A inicios de 1948, al saberse de diferentes masacres de liberales en el país a manos de conservadores, Gaitán organiza varias marchas con asistencia masiva, las más conocidas son “La marcha de las antorchas” y “La marcha del Silencio”, en esta última el líder político hace una plegaria al presidente Ospina para que ayude a frenar la ola de violencia hacia su partido.
Referencia - La Casa de la Historia
“Excelentísimo señor Presidente de la República, doctor Mariano Ospina Pérez: …
Impedid, señor Presidente, la violencia. Sólo os pedimos la defensa de la vida humana, que es lo menos que puede pedir un pueblo. En vez de esta ola de barbarie, podéis aprovechar nuestra capacidad laborante para beneficio del progreso de Colombia.
Señor Presidente: Esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de masas, este grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como querríais que os tratasen a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes.
Os decimos, excelentísimo señor Presidente:
Bienaventurados los que no ocultan la crueldad de su corazón, los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar los sentimientos de rencor y exterminio. Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad contra los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia”.
Gaitán siempre será recordado por su gran oratoria y sus discursos enfocados a la lucha entre liberales y conservadores. Para él, este conflicto estaba creado para que los pobres de ambos bandos continuaran en guerra mientras que las clases más acomodadas recibían los beneficios económicos concedidos por el gobierno.
El viernes 9 de Abril de 1948 comenzó como un día normal para Gaitán, aunque la noche anterior se había quedado hasta tarde en los juzgados defendiendo el que sería su último caso, llegó temprano a su oficina ubicada en el edificio Agustín Nieto en la Avenida Jiménez con carrera séptima.
Llegada la una de la tarde, Gaitán se disponía a almorzar con algunos colegas del trabajo, cuando al salir del ascensor y dirigirse hacia la calle fue abordado por Juan Roa Sierra, quien le disparó en tres ocasiones. Gaitán fue llevado de inmediato al hospital Central, donde falleció mientras le hacían una transfusión de sangre.
Los testigos del magnicidio persiguieron al asesino, y este trató de buscar refugio en una droguería cercana. El intento de protegerse en dicho establecimiento fue inútil, ya que una multitud entró a la droguería y golpeó a Roa hasta matarlo; posteriormente su cuerpo fue arrastrado por toda la carrera séptima hasta el Palacio de Nariño, donde abandonaron su cadáver.
imagen tomada de observatorionacionaldecolombia.co
La noticia de la muerte del caudillo se esparció rápidamente por la ciudad, y se generó un levantamiento popular en armas, que buscaba la renuncia del presidente Mariano Ospina Pérez. Miles de personas marchaban hacia el Palacio de Nariño buscando al mandatario, mientras que dos tanques acompañaban la manifestación.Al llegar al Palacio los manifestantes abrieron paso a los tanques, ya que pensaban que los militares estaban de su lado, pero fue en ese entonces
cuando los tanques giraron tus torretas hacia la multitud y dispararon indiscriminadamente. Ese fue simplemente el inicio de tres días de violencia vividos en Bogotá. Las turbas furiosas quemaron el tranvía de la ciudad y saquearon los locales comerciales.
Este magnicidio aumentó las disputas entre conservadores y liberales. Causando un desenfreno de violencia en todo el país, cada vez se registraban más asesinatos a causa del bipartidismo nacional. Una de las consecuencias directas del conflicto entre partidos fue la creación
de varias guerrillas campesinas, denominadas Autodefensas Campesinas, que luego de diferentes circunstancias de la guerra entre campesinos Liberales y el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, algunas se desmovilizarían por una amnistía ofrecida por el presidente; sin embargo otros grupos revolucionarios evolucionarían en un grupo armado conocido como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).